El ransomware es un tipo de ataque informático que consiste en cifrar los datos de una organización o de un usuario y pedir un rescate para devolver el acceso a la información. En algunos casos, los atacantes también amenazan con publicar o vender los datos robados si no se paga el rescate.
El ransomware es una de las ciberamenazas más peligrosas y frecuentes en la actualidad, ya que puede causar graves daños económicos y reputacionales a las víctimas, así como afectar a la continuidad de sus servicios y operaciones. Además, el ransomware puede poner en riesgo la seguridad y la privacidad de los datos personales de clientes, pacientes, empleados y otras partes interesadas.
Para prevenir y mitigar el riesgo de sufrir un ataque de ransomware, es necesario adoptar una estrategia integral de gestión de riesgo de ciberseguridad que se base en el Marco de ciberseguridad del Instituto Nacional de Normas y Tecnología (NIST), una guía voluntaria ampliamente utilizada para ayudar a las organizaciones a gestionar mejor y reducir el riesgo de ciberseguridad.
El Marco de ciberseguridad se organiza en cinco funciones clave: identificar, proteger, detectar, responder y recuperar. Estas funciones proporcionan una visión global del ciclo de vida para la gestión del riesgo de ciberseguridad y ayudan a establecer prioridades y acciones basadas en el riesgo.
A continuación, se presentan algunas medidas concretas que se pueden aplicar en cada una de las funciones para combatir el ransomware:
– Función de identificación: se trata de conocer los activos críticos de la organización, así como los riesgos a los que están expuestos. Para ello, se recomienda realizar un análisis de riesgos periódico, identificar las vulnerabilidades y amenazas existentes, y establecer un plan de gestión de riesgos que defina las acciones a tomar en caso de incidente.
– Función de protección: se refiere a implementar las medidas técnicas y organizativas necesarias para evitar o reducir el impacto de un ataque de ransomware. Algunas de estas medidas son: mantener actualizados los sistemas operativos y aplicaciones, utilizar antivirus y cortafuegos, realizar copias de seguridad periódicas y almacenarlas en lugares seguros, restringir los accesos y privilegios de los usuarios, educar y concienciar al personal sobre las buenas prácticas de seguridad, y establecer políticas y procedimientos de seguridad.
– Función de detección: consiste en monitorizar y analizar la actividad de la red y los sistemas para detectar posibles intrusiones o anomalías. Para ello, se pueden utilizar herramientas como sistemas de detección y prevención de intrusiones (IDS/IPS), sistemas de gestión de eventos e información de seguridad (SIEM), o soluciones de inteligencia contra amenazas (TI). También es importante contar con un equipo o proveedor especializado en respuesta a incidentes, que pueda asesorar y apoyar en caso de necesidad.
– Función de respuesta: se enfoca en contener y erradicar el ataque, así como en restaurar los servicios afectados. Para ello, se debe seguir un plan de respuesta a incidentes previamente definido, que incluya los roles y responsabilidades del equipo de respuesta, los protocolos de comunicación interna y externa, las acciones a realizar en cada fase del incidente, y los criterios para escalar el incidente a las autoridades competentes. También se debe documentar el incidente y sus lecciones aprendidas para mejorar la capacidad de respuesta futura.
– Función de recuperación: se orienta a restablecer la normalidad operativa tras el incidente, así como a mitigar sus consecuencias negativas. Para ello, se debe recuperar la información cifrada a partir de las copias de seguridad disponibles, evaluar los daños causados por el ataque, implementar las medidas correctivas necesarias para evitar que se repita el incidente, y comunicar a los clientes, proveedores y socios el estado de la situación y las acciones tomadas.
Como se puede ver, el ransomware es un problema complejo que requiere una estrategia integral y multidisciplinar para hacerle frente. No existe una solución mágica ni infalible para prevenir o resolver este tipo de ataques, pero sí se pueden tomar medidas para reducir su probabilidad y su impacto. La clave está en actuar con anticipación, coordinación y resiliencia.